e-pesimo Auxiliar 1

Auxiliar1, Auxiliar2, Auxiliar3 y Auxiliar4 son Blogs auxiliares de epesimo y de e-pesimo

Actualización de madrugada

Mi foto
Nombre: e-pesimo
Lugar: Cantabria, Spain

miércoles 2 de marzo de 2011

FIRMAS: Federico Jiménez Losantos, Erasmo, R.del Pozo, J. Sinova, S.González, J. Müller, R.l Rivero, P.G. Cuartango,



F. JIMÉNEZ LOSANTOS


Socialista, Obrero

Zapatero embustero

MUCHO se han burlado muchos, y no pocos con acritud, de que el partido de Boyer y Solchaga, o de Prisa y Mediapro, siga denominándose Socialista y Obrero. También tiene delito que, además, se denomine Español el partido que se pasa la vida negociando con la ETA, aprueba el Estatuto de Cataluña, persigue a los que quieren escolarizarse en español, liquida la soberanía nacional, hace quebrar al Estado y prohíbe las actividades más tradicionales de los españoles, como los toros. Pero, por atavismos de clase o supervivencia milagrosa del espíritu meritocrático de la clase media, lo que más irrita es que se llamen socialistas y obreros los que viven liberados de aquella maldición del Paraíso Terrenal: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente». Jehová no dijo nada del caviar. Ni de cobrar sin trabajar.


Pero ha aparecido el eslabón perdido entre los primeros socialistas, que aunque errados eran obreros y españoles, y los que ahora no son ninguna de las tres cosas. EL MUNDO lo sacaba ayer en portada con este titular: «Nacido para el ERE». Y me acordé de Nacida para amar, de Nina, que tras el aciago destino de Operación Triunfo también podría considerarse carne de ERE. Pero es Antonio Fernández, ex consejero andaluz de Empleo, el hombre que acredita documentalmente una vocación laboral casi inhumana. Desde que nació quiso trabajar. También quiso jubilarse, vocación aparentemente contradictoria con la anterior. No lo es. Para jubilarse y cobrar, antes hay que trabajar y el consejero de Empleo no tenía edad suficiente para abandonar su vocación obrera cuando González Byass, la empresa en la que trabajó, quiso hacer un ERE fetén pero tropezó con que Fernández, aquel joven que decidió sacrificarse en la política, no tenía edad suficiente para jubilarse, al menos con la pensión merecida. No le importó al consejero, que subvencionó generosamente a su antigua empresa para que prejubilara a los trabajadores que, como él, habían alcanzado los 52 años. Favorecida así la empresa, pusieron a Fernández en el ERE y procedieron a inscribirlo. En ese momento, según algunos de forma voluntaria, para borrar las huellas prejubilares, según otros por despiste del escriba del consejero de Empleo, lo apuntaron como trabajador desde la misma fecha en que nació. Un oyente sevillano de esRadio se felicitaba: «Había que romper el tópico de que los andaluces no trabajamos y los del PSOE menos». Roto está.


pedro g. CUARTANGO


Recuerdos de la Revolución de los Claveles

NO PUEDO precisar la fecha en que llegamos a Lisboa. Recuerdo que el Gobierno del coronel Vasco Gonçalves acababa de nacionalizar la banca y que Lisboa estaba llena de claveles y carteles revolucionarios. Debía ser a comienzos de 1975.


Viajábamos en un 600 amarillo y tuvimos que pasar la noche en la frontera de Badajoz porque estaba cerrada. Fuimos al aeropuerto de Lisboa, donde habíamos quedado con otro grupo de estudiantes de Periodismo. El lugar estaba literalmente tomado por comandos del Ejército.


Nos albergamos en un viejo pero maravilloso hotel cerca de la plaza del Marqués de Pombal, invitados por el Ministerio de Información portugués.


Salimos a la calle y fuimos a dar una vuelta a la plaza del Rossio y al barrio de la Baixa que acaba en la desembocadura del ancho Tajo. Todos los cafés se hallaban llenos, la gente parecía feliz, las tapias estaban empapeladas con propaganda revolucionaria. Ese mismo día, Alvaro Cunhal, el líder del PC portugués, daba un mitin en el estadio del Benfica.


Los tres días que estuvimos en Lisboa fueron frenéticos. Nos recibió el ministro de Información y nos llevaron a visitar varios periódicos, donde en las redacciones había un clima de efervescencia.


Por la noche, fuimos invitados a una cena en un restaurante de Alfama donde cantaba sus fados la inmortal Amalia Rodrigues. La tristeza que transmitían sus canciones era contagiosa y contrastaba con el clima de euforia que se notaba en la ciudad.


Fui andando esa noche desde Alfama a la rua de los Douradores y me detuve unos momentos ante la casa en la que había vivido Fernando Pessoa. Había unas golondrinas posadas en los cables y el edificio estaba oscuro y silencioso.


Descubrí las intrincadas calles de Lisboa, los mosaicos de sus villas, las vistas sobre el Tajo, su arquitectura isabelina, el discreto encanto del barrio del Chiado y el oporto que saboreaba en sus vetustos cafés.


Yo tenía entonces 19 años y todo parecía posible. Si el viejo régimen colonial portugués había caído en menos de 24 horas, también el franquismo podía correr la misma suerte. No me daba cuenta de que el Ejército del vecino país no tenía nada que ver con el del general Franco ni que España no era Portugal.


Aquellos días fueron de una felicidad inconmensurable, como la del viajero extraviado al que se le permite descansar una temporada en el paraíso. Una foto que tenía en mi despacho hasta hace unos años da fe de aquel momento de gloria.


El tiempo se acabó y volvimos a Madrid. Pasé la frontera muerto de miedo porque, debajo de la camisa, llevaba doblado un enorme cartel en el que se veía a una niña poner unos claveles en el cañón de un fusil.


No sé a dónde ha ido a parar aquel póster, que estuvo colgado en mi habitación en el San Juan Evangelista. Tampoco sé a dónde han ido a parar la alegría y el frenesí de aquellos días en los que realmente tocamos el cielo con la punta de los dedos.

ERASMO


Galliano

SU talento malgastado en las efímeras hipótesis combinatorias de los vestidos. Este John gibraltareño, filosóficamente insignificante, cual la inverosímil paisana Molly Bloom en su infiel, joyceano, pedestre soliloquio dublinés. Mas: I love Hitler. Dice. Mentecato pintarrajeado cual cherokee apócrifo, borracho y neurasténico. Confunde su afán de modistilla en su ínfimo taller con los bellos uniformes genocidas de las SS: ve la Historia como un cajón de sastre y se desvanece en el fugaz, hermoso instante de la libélula. Necesita un manager. (Y un ERE).

SANTIAGO GONZÁLEZ

El futuro, aquí

Las detenciones de ayer han servido para aprehender 200 kilos de material explosivo y recipientes para la confección de bombas lapa, un subfusil, una pistola, un revólver, ollas para fabricar artefactos y documentación falsificada para usos varios. Herramientas de terroristas para la práctica del terrorismo.

He aquí la prueba del nueve del paso hacia la paz que supone el nacimiento de Sortu, homenaje a Griffith o redundancia sin más. El consejero de Interior, Rodolfo Ares, ha planteado una cuestión interesante al partido solicitante: que valore la operación de ayer, que calificó de «una magnífica oportunidad» para demostrar su rechazo a las actividades terroristas y a quienes en ellas perseveran.

Es difícil que la propuesta de Ares cuaje. Considere el amable lector (o lectora, naturalmente) la opinión que ayer expresaba una persona a quien deberíamos considerar una persona de orden. El ex lehendakariIbarretxe se dolía de la actitud del Gobierno: «Siempre les hemos pedido [a la izquierda abertzale] que den el paso y cuando lo dan, ¿damos un paso atrás?». La actitud del Gobierno es cumplir y hacer cumplir la ley: ordenar a los cuerpos bajo su mando que procedan y remitir al fiscal lo que deben remitirle. Es evidente, además, que operaciones como la de ayer contribuyen más al abandono de ETA que las más fervorosas rogativas.

Rufi Etxeberria, Rafa Díez, Iruin o cualquiera de los miembros de Batasuna han pasado a ser miembros de Sortu y, por tanto, gente sin pasado. La cuestión es que a los detenidos de ayer se les ha incautado material cuya tenencia prefigura actividades terroristas: tener explosivos y armas de guerra no es lo mismo que tener una escopeta de caza sin licencia. El futuro al que se remitían los presentadores de Sortu para rechazar las actividades de ETA -si las hubiere-, ya está aquí. ¿Qué opinan los citados de la actividad y el material que ha sido ocupado a esos militantes de una banda que jamás ha expresado su intención de abandonar?

De hecho, guardan silencio y hablarán por ellos almas pías que defenderán su derecho constitucional a callarse, lo cual no es cierto. La sentencia del Tribunal Supremo que ilegalizó a Batasuna el 27/3/2003 establece: «El silencio estratégica y sistemáticamente reiterado de un partido político ante la actividad terrorista sólo puede interpretarse desde la óptica político-constitucional como un claro signo de 'aceptación por omisión' o 'aceptación implícita' de la misma».

El Tribunal de Estrasburgo ratificaba el 30 de junio de 2009 la ilegalización que acordaron los tribunales españoles, señalando que el hecho de que la ilegalización estuviera fundada en este elemento no sería contrario al Convenio, «pues el comportamiento de los hombres públicos engloba de ordinario no sólo sus acciones o discursos, sino también, en ciertas circunstancias, sus omisiones o silencios, que pueden equivaler a tomas de posición y ser tan elocuentes como cualquier acción de apoyo expreso». Que lo callado está dicho, vamos.

RAÚL DEL POZO

Shakira y Mourinho

EL RUIDO DE LA CALLE

Estalló la primavera árabe cuando se inmoló a lo bonzo un vendedor ambulante de frutas en Túnez para protestar contra el maltrato de la policía. La hoguera creció en toda la morería porque los jóvenes, llamados a través de la Red, tomaron los zocos y las comisarías protestando por la corrupción, el desempleo y la ausencia de futuro. Los jóvenes cristianos españoles, socialistas y populares, abstencionistas y antisistema, ateos y chupacirios, el 40% parados, también sin futuro y sin un duro, toman internet para protestar contra lo que consideran la semilla de la censura colada en la Ley Sinde.

El cardenal Rouco Varela, que hoy ha sido reelegido presidente de la Conferencia Episcopal, condena las redes sociales porque propician un estilo de vida virtual y vacía prescindiendo de las relaciones verdaderamente personales. Achaca el cardenal el enganche o la adicción bloguera a la influencia desorientadora del relativismo del todo vale. Esto me suena. Pero ¿qué les queda a los nenes, pijos y nuevos proletas sino navegar, darle a la priva en el botellón, ver la telebasura y emputecerse con el fútbol? Les queda un mundo infinito, una galaxia que tomar, un poder que ocupar, pero muchos de ellos, mileuristas sobetas, se resignan a seguir en pijama aplaudiendo o poniendo a caldo como botones a los futbolistas mercenarios del domingo que ganan 100 millones de euros.

La vanguardia del poder joven sí se hace notar en el Calderón, el Bernabéu o el Molinón insultando a todo el mundo por un gol de otro. Con la complicidad y muchas veces el soborno de las directivas, se erigen en pelotón de fusilamiento. Les he oído llamar a Guti nenaza, a Míchel maricón, y en los últimos días a Ronaldo chulo y a Shakira, puta. Su pancarta reivindicativa es «Mourinho, muérete». Los ninis de la sociedad de la inteligencia en las gradas y en los estadios se conforman con ser piqueteros de bitácora, pero hay en algunos de ellos algo repugnante. Amparándose en el anonimato, en un infierno de cobardes, apenas han levantado una bandera contra la censura en internet, contra una ley para la que el honor es un valor de orden estético y la propiedad, un valor fundamental.

No a la censura, no a la mordaza digital. De acuerdo. Incluso tienen razón al convertir la Red en una estatua de Pasquín. La sátira, y hasta la injuria, forman parte de la levadura de la libertad. Lo que pasa es que apenas la usan para deshonrar famas, ensuciando con colas y tinta de pulpo los confines de internet. Pero esos insultos no sirven sino para que se desahoguen. Como decían los estoicos, qué grande es aquel que imitando las fieras oye sin conmoverse los impotentes ladridos de los perros rabiosos.

JOHN MÜLLER

Cuestión de prioridades

Una y otra vez la crisis hace crujir nuestro modelo de Estado, incluso en aquellas áreas en las que la intervención pública podría estar bien vista. Pero en España pasan cosas que no son de izquierdas ni de derechas, sino simplemente estúpidas.

El plan de ajuste de Zapatero prevé que sólo se sustituirá a uno de cada 10 funcionarios que se jubilen, excepto en el sector educativo, donde se remplazará a tres de cada 10. Esta regla, que quizás es muy dogmática, llevó a que nuestros dirigentes autonómicos la traspusieran mecánicamente y decidieran que como las plazas de maestros que salían para este ejercicio eran muy pocas, debían cancelar las oposiciones. Una vez que una comunidad autónoma tomó esta decisión, las otras decidieron hacer lo mismo ante la posibilidad de que se produjera un efecto llamada de maestros foráneos. Las únicas que mantuvieron sus planes intactos fueron Cataluña, País Vasco y Galicia. No por altruismo, sino porque sienten que la obligación del bilingüismo las blinda frente a los demás españoles.

Una conducta irregular -la decisión de Andalucía de saltarse a la torera el plan de ajuste y convocar la totalidad de las más de 3.000 plazas que necesita- se convirtió en la luz roja que nos alerta de que estamos a punto de cometer una tontería.

El caso permite varias consideraciones. Primero, si el Estado fija una tasa de sustitución debería exigir su cumplimiento sobre el total de funcionarios, pero dejar margen para que cada administración determine cuáles necesita más o menos. Cuando una familia se ajusta, ahorra más en cosas suntuarias que en las imprescindibles. La Educación, y sobre todo la que la ley marca como obligatoria, es uno de los factores de la competitividad de un país, sobre todo si se trata de una nación pobre en recursos naturales. El Estado tiene ahí un papel subsidiario que no puede abandonar.

Además, la anulación de la convocatoria se produce en un año singular dado nuestro nefasto régimen de privilegios. Es el año en que más vacantes por jubilación se van a generar, pues 2011 es el último curso en que está vigente la gabela de retirarse a los 60 años con 30 de servicio. Y también es el último curso en que se prima la experiencia de los maestros interinos a la hora de opositar.

Finalmente, la mayoría de las comunidades autónomas han rectificado y cubrirán las plazas por pocas que sean. Sólo Canarias, La Rioja y Cantabria (que lo hará en 2012) no convocarán esta temporada. También el ministro Ángel Gabilondo ha enmendado su actitud pasando de una posición de espectador a una de coordinador activo.

Pero las lecciones que quedan son dolorosas: los políticos no tienen idea de cómo optimizar los recursos en situaciones de crisis y los opositores a maestros (unos 100.000 aproximadamente) no tienen las mismas oportunidades según la región de España en la que vivan. Nuestro Estado autonómico, en este caso, fomenta la desigualdad.

Nadie tiene clara la escala de prioridades. Mientras se ahorra un euro en la educación obligatoria -que es esencial-, se despilfarran tres o cuatro en las 50 universidades públicas, donde subvencionamos ad aeternum a algunos estudiantes y profesores cuyo rendimiento no está a la altura del esfuerzo que hacen los contribuyentes.

john.muller@elmundo.es

CARMEN RIGALT

El rostro impenetrable

DÍAS ATRÁS, Hollywood ha ido constantemente del corazón a los asuntos. Durante un mes hemos hecho ejercicios de precalentamiento para honrar la noche de los Oscar, pero una vez celebrada la gala, todo se ha desvanecido en un suspiro, el tiempo que tardamos en comentar los cromos. Los medios siempre hemos rendido exagerado culto al cine: hay que llenar periódicos, y sobre todo, hay que entretener la vida mientras ocurren otras cosas.

Metidos en la harina de los Oscar, un programa de radio propuso hablar de los mitos eróticos. Ahora todos los programas de radio los hacen los oyentes con sus llamadas, de ahí que yo no logre recordar en qué parte del dial me sorprendió la anécdota. El reclamo del erotismo gustó a la audencia, que se prestó encantada a dar sus opiniones. Si hubo 20 llamadas, las 20 depositaron nombres diferentes. Ellos se decantaban por esas actrices que suenan a animales mitológicos: Marilyn, Ava Gardner, Claudia Cardinale. Ellas, por los galanes clásicos: Paul Newman, Robert Redford, o Richard Gere y George Clooney, dos guapos de manual que a una le producen bastante sopor. Todos actores de cine, eso sí. De pronto llamó una mujer e hizo su particular enmienda a la totalidad: «A mí el que me pone es Rubalcaba», dijo. Parecía sincera. Poner o no poner, ese es el verbo. La belleza, en el cine, mueve a la complacencia, pero no a la turbación.

Nunca me he enamorado de un actor de cine. Miento. Una vez. Había cumplido 10 años y me llevaron a ver una película que me dejó arrobada. Una película mala, como pude comprobar años más tarde. La recreé durante tantas noches seguidas, que todavía hoy conservo vivas algunas secuencias. Pero las chicas somos pesaditas, y yo me colgué del protagonista, un tipo que seducía sin pronunciar palabra. No entiendo cómo muchas mujeres pueden decir que lo primero que le miran a un hombre es el culo existiendo miradas como la de Marlon Brando, el hombre impenetrable de la pelicula que me cautivó. Todavía tengo que pellizcarme cuando, como ahora, se me representan en la pantalla del ordenador las líneas de su inmenso rostro.

Brando tenía una mirada que desbordaba la pantalla. Era una mirada para mí sola, que estaba acurrucada en el asiento recibiendo los primeros embates de testosterona de mi vida. Él me abrió el camino a otros hombres que no necesitaron ser guapos ni amables para gustarme. En ello sigo hoy. Y es que, ustedes perdonen, pero a mí también me pone Rubalcaba.

Etiquetas:

Links to this post:

Crear un enlace

Home

Estadisticas y contadores web gratis
Estadisticas Gratis

Visitor Map
Create your own visitor map!